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BRASIL:Tierra es vida y guerra

in Brasile la terra puo' rappresentare, per molti, la propria stessa vita e morire per essa risulta una possibilita' sempre presente
3 febbraio 2004
Mario Osava

Mario Osava

RIO DE JANEIRO, 3 feb (IPS) - Para unos la tierra representa el trabajo de toda una vida, para otros es la propia vida. Por ello la muerte es una posibilidad siempre presente en las disputas entre hacendados e indígenas en muchas partes de Brasil.

La tensión se concentra esta vez en el occidental estado de Mato Grosso del Sur, cerca de la frontera con Paraguay, donde cerca de 3.000 indígenas del grupo guaraní invadieron el 22 de diciembre 14 haciendas cuyas tierras reclaman como históricamente suyas.

La negociación promovida por la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI), un organismo estatal encargado de las poblaciones autóctonas, logró que los guaraníes dejaran 11 haciendas el lunes, concentrándose en las tres más grandes con el compromiso de acelerar la demarcación del territorio a que ellos tienen derecho, según una investigación antropológica.

Pero los hacendados rechazan tal acuerdo y quieren la desocupación de todos los predios. "El tamaño de una propiedad no define derechos", por eso no se puede aceptar su invasión sólo porque es más extensa que las demás, reaccionó el presidente de la Federación de Agricultura y Ganadería de Mato Grosso del Sur, Leoncio de Brito.

La Federación convocó a una movilización de sus afiliados que podrá culminar en un acto en el área del conflicto el sábado, para apoyar los "amigos que sufren la invasión hace 40 días". La meta es reunir 5.000 personas en una "manifestación pacífica". apuntó.

Sin embargo, la tensión aumentó ante los rumores difundidos incluso por la prensa de que los hacendados recurrirían a pistoleros contratados para expulsar a los indígenas de esas tierras. La posibilidad de una masacre fue denunciada por Sebastiao de Souza, alcalde de Japorán, uno de los dos municipios afectados por la disputa.

Los hacendados acusaron a los indígenas de robar y matar vacunos, además de destruir instalaciones y bienes de las propiedades invadidas.

Los guaraníes del subgrupo ñandeva pretenden ampliar su reserva, incorporando 7.800 hectáreas de los predios ocupados a las 1.600 hectáreas de su Aldea Puerto Lindo. La invasión fue una forma de presionar la FUNAI a formalizar esa ampliación, esperada hace mucho.

Es su derecho, ya que hay pruebas testimoniales y materiales de que los guaraníes vivían en el área reclamada, además de "documentos específicos de 1927" que lo confirman legalmente, aseguró a IPS Rubem Almeida, uno de los dos antropólogos que elaboraron el informe que servirá de base para la demarcación del territorio por la FUNAI.

La usurpación del territorio empezó en 1928, cuando el gobierno le concedió indebidamente la zona a un gran productor de yerba mate, señaló el antropólogo. Por la Constitución brasileña, los indígenas tienen derecho a la tierra y es nula la propiedad de los hacendados, a los cuales el Estado debe una indemnización, explicó.

La población guaraní suma cerca de 34.000 personas en Brasil, de los cuales 8.000 a 10.000 pertenecer al subgrupo ñandeva, según el Instituto Socioambiental, una organización no gubernamental especializada en estudios y defensa de los derechos indígenas. Están presentes también en Argentina y Paraguay.

La población guaraní brasileña se concentra en el estado de Mato Grosso del Sur, donde presentó una alta incidencia de suicidios, especialmente entre jóvenes, lo cual preocupa a sus defensores.

El año pasado se registraron 51 suicidios, una cantidad similar al promedio de los últimos 10 años, dijo a IPS Jorge Vieira, coordinador local del Consejo Indigenista Misionero, de la Iglesia Católica.

"La escasez de tierra no es el único factor" de este problema, pero la ampliación de las reservas es la condición básica para solucionarlo, coincidieron Vieira y Almeida.

En el caso de la Aldea Puerto Lindo, hay "un desequilibrio evidente" entre la población y las 1.600 hectáreas de tierra que trabajan hoy, según el antropólogo. Hace 30 años allí vivían sólo 600 guaraníes y desde entonces esa población se multiplicó por cinco.

Este aumento población es uno de los factores que llevó a los indígenas a radicalizar ahora su lucha por recuperar la tierra ocupada por sus ancestros, explicó.

Pero del otro lado están agricultores y ganaderos que alegan tener la documentación comprobando que son legalmente dueños de la tierra. En muchos casos quienes viven en la propiedad son hijos o nietos de los antiguos beneficiarios del gobierno entre 50 y 80 años atrás.

El gobierno brasileño de entonces les vendió tierras que la actual Constitución, aprobada en 1988, reconoce pertenecer a los indígenas si investigaciones antropológicas comprueban haber sido su hábitat.

Pero hacer cumplir ese derecho es un proceso prolongado, que exige la demarcación definitiva de la reserva indígena y la indemnización a los hacendados por las mejoras y obras hechas en la propiedad, además de su asentamiento en otras áreas.

Hay muchas tierras en litigio en Mato Grosso del Sur, donde viven varios grupos indígenas que tuvieron sus tierras ocupadas por la agricultura.

Pío Queiroz Silva, ganadero del municipio de Antonio Joao, también en Mato Grosso del Sur, vive la misma incertidumbre y con indígenas ocupando parte de su propiedad desde 1998, cuando sufrió una invasión similar al ocurrido el mes pasado.

Problemas burocráticos e insuficiencias de la FUNAI retardan el desenlace. "Si la tierra debe ser de los indígenas, muy bien, que me paguen la indemnización y me voy a otra parte", declaró Silva a IPS por teléfono.

Con 48 años de edad, Silva vivió toda su vida en la hacienda, adquirida por su padre al gobierno hace 54 años. Son 4.500 hectáreas divididas entre él, su padre y su hermano. Este hacendado calcula haber perdido más de 300 vacunos a causa de los indígenas en su propiedad, por robos y matanza en estos cinco años.

Afirmó, además, "no estar contra los indígenas" e, incluso, creó una organización no gubernamental para ayudarlos, denominada Recové, que quiere decir "vivir bien" en la lengua guaraní. Pero exige que se respeten sus derechos, como persona, productor y propietario legalmente constituido

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